La inteligencia mola.

La colaboración mola.

Y la inteligencia colaborativa, un cóctel de las dos, es el nirvana del conocimiento.

Así que también mola. Por eso venimos a contarte qué es eso de la inteligencia colaborativa, por qué deberías fomentarla y cómo aplicarla en tu empresa.

Buf.

Cuántas cosas, ¿no?

Venga. Vamos a ello, que tenemos faena.

¿Qué es la inteligencia colaborativa?

¿Has oído eso de que menos es más?

Pues aquí no sirve.

Si un cerebro guarda los conocimientos y las vivencias de toda una vida, imagina lo que habrá almacenado en varios de ellos.

Y cómo puedes sacarle partido combinándolo para trabajar con un objetivo común.

Con el conocimiento y la experiencia de cada uno de ellos. Con sus diferentes visiones y sus propias maneras de funcionar.

Compartiendo toda esa información para aportar conocimiento nuevo y enriquecer con otros puntos de vista el del resto del equipo.

Explosión de sabiduría y aprendizaje.

Pues eso es la inteligencia colaborativa.

La cooperación durante el proceso de resolución de problemas para encontrar la solución más innovadora.

Y el entorno digital es el medio ideal para aplicarla.

Qué NO es inteligencia colaborativa: la inteligencia colectiva

La inteligencia colectiva es también la suma del conocimiento de varias personas.

La diferencia está en que esas personas no interactúan entre ellas.

Cada una contribuye con su porción de conocimiento, sin los matices, el enriquecimiento y el punto de vista de los otros participantes.

El resultado es una suma de conocimientos, sí. Pero sin conexión entre quienes los aportan.

Tipos de inteligencia colaborativa

Pero, puestos a colaborar, hay muchas maneras de hacerlo.

Según el tipo de proyecto y la metodología de trabajo podemos plantear diferentes modos de colaboración.

1. Modo fusión

Integración de las aportaciones a saco.

Las contribuciones de todas las personas que participan se recogen en un solo documento en el que no se distingue la aportación de cada una.

Si quieres un ejemplo, te adelantamos que hay uno que seguro que conoces muy bien.

¿Cuántas veces has consultado la Wikipedia?

Pues es un caso claro de inteligencia colaborativa en modo fusión en el que cualquiera puede aportar su granito de arena y contribuir al conocimiento general.

2. Modo molecular

¿Hace falta hacer una masa con todas las aportaciones?

Pues no necesariamente.

Puedes presentar la contribución de cada participante de manera individual. En un libro, por ejemplo.

Si todo el equipo del proyecto incluye su visión particular sobre un mismo tema, aunque sea por separado, también estaríamos hablando de inteligencia colaborativa, aunque, en este caso, en modo molecular.

Cada miembro del equipo enriquecería con su propio capítulo o apartado el proyecto conjunto.

3. Modo colección

Pero, ¿se puede aplicar la inteligencia colaborativa solo en equipos o proyectos pequeños?

De eso, nada.

¡Piensa a lo grande! Ponte en modo colección y comparte.

¿Cómo que compartir?

No hace falta que dediques tu vida a editar la Wikipedia; aprovecha cualquiera de las herramientas que permiten compartir contenido online en abierto, como un blog o un canal de Youtube, por ejemplo.

Contribuye al conocimiento colectivo con contenido nuevo o enriqueciendo el que ya circula por la red.

4. Modo agregador

¿Pasas de crear contenido desde cero?

El modo agregador te permite ampliar, matizar o discutir el contenido que ya está disponible en internet.

Aporta tu conocimiento, tu experiencia y tu punto de vista al creado por los demás, participando en foros o comentando artículos de otras personas.

Beneficios de la inteligencia colaborativa

Vale, vale… todo esto es muy bonito, pero, ¿para qué sirve?

¿Por qué debería importarte? Y, sobre todo, ¿por qué te interesa aplicar la inteligencia colaborativa en tu empresa?

1. Mejora la eficiencia, la productividad y el rendimiento

Esto ya empieza a interesarte, ¿verdad?

Pues sí. La verdad es que te interesa, porque la inteligencia colaborativa optimiza el rendimiento de tu equipo.

Lo optimiza que te mueres.

Porque hace que el conocimiento circule entre las personas. Y eso agiliza procesos, optimiza la gestión del tiempo y facilita la labor de la plantilla.

Es decir: productividad a tope.

Sin pérdidas de tiempo ni dudas que resolver preguntando a otras personas que saben de qué va la cosa.

La implicación activa en el proyecto hace que todo el mundo tenga clarinete en qué se está trabajando y que asimile de forma natural los conocimientos de otros miembros del equipo.

2. Aumenta la participación y la implicación

A nadie le gusta trabajar en un sitio en el que siente que no aporta nada. En el que no puede demostrar lo que vale en realidad.

Molamos y lo sabemos, pero cuando no podemos demostrarlo sentimos frustración y desánimo.

Pero cómo cambia la cosa cuando nos piden nuestra opinión: cuando sentimos que se nos valora y nos ponemos en modo on fire para dar lo mejor de nosotros.

A muerte con nuestro proyecto.

Implicación nivel dios para sacar adelante lo que sea que tengamos entre manos, que la realización personal y profesional llega con cosas como esta.

3. Conecta a las personas, crea equipo y sentimiento de pertenencia

Si los miembros de tu equipo no se relacionan entre sí, la conexión personal no va a llegar nunca.

#esoesasí.

Sin esa conexión no hay equipo que trabaje en condiciones, porque no fluirá la comunicación ni se crearán relaciones personales chulas.

Que son las que hacen que en un sitio haya o no buen rollo.

Cuando parace que hay buen rollo… pero no.

Y ese buen rollo genera un sentimiento de pertenencia brutal que hace que tu equipo viva tu proyecto como suyo propio.

Crea una tribu y verás cómo mejoran la motivación y la implicación de tu equipo (y los resultados de tu empresa).

4. Dispara la creatividad y la innovación

Las ideas se retroalimentan.

Y, además, nos resulta mucho más fácil aportar nuestra visión cuando ya hay otra persona que lo ha hecho antes.

La inteligencia colaborativa es justamente eso: compartir ideas y encontrar maneras de mejorarlas teniendo en cuenta puntos de vista que nos hacen pensar de una forma diferente.

Modo creativo ON.

Y cuando nos ponemos creativos innovamos y encontramos soluciones que no nos habíamos planteado nunca (y que suelen ser mejores).

5. Aprovecha al máximo el conocimiento

Dos cerebros saben más que uno, ¿verdad?

Solo la suma de sus conocimientos por separado sería motivo suficiente para ponerlos a trabajar juntos en un mismo proyecto.

Pero si, además, cada uno es capaz de cuestionar o aportar algo a la sabiduría del otro, el resultado es un enriquecimiento brutal del conocimiento.

Cómo aplicar la inteligencia colaborativa en tu organización

Y ahora que ya sabes lo que la inteligencia colaborativa puede hacer por ti, igual estaría bien que te explicáramos cómo sacarle partido en tu empresa, ¿no?

1. Plantea el reto

Empecemos por el principio: ¿qué quieres conseguir?

Resolver un problema, optimizar un proceso, diseñar un proyecto nuevo…

Sea lo que sea, necesitas tenerlo muy claro antes de poner a un grupo de mentes pensantes a trabajar en ello.

Identifica objetivos y expón el punto de partida del proyecto y los problemas a solucionar hasta lograrlos.

2. Forma un equipo

Ya tienes un objetivo y sabes qué necesitas para llegar a él. Ahora solo te falta el cómo.

Y ahí entra el equipo.

Escoge a personas familiarizadas con los problemas y los objetivos del proyecto que puedan aportar visiones desde diferentes perspectivas.

La diversidad en tu equipo aporta nuevos enfoques a los problemas y plantea posibles soluciones que de otra manera nadie se habría planteado.

Resumiendo: dispara la innovación y mejora los resultados.

3. Define el espacio colaborativo y las herramientas que vais a utilizar

Partimos de la base de que tu equipo no interactúa presencialmente.

Si no creas un punto de encuentro para poner en común las aportaciones de cada persona, mal vamos.

¿Cómo vais a comunicaros? ¿A compartir vuestros conocimientos?

Escoge las herramientas más adecuadas y asegúrate de que todo el mundo sabe cómo utilizarlas, dónde compartir su aportación y cómo acceder a las del resto del equipo.

4. Crea una dinámica de trabajo

Trabajar al tuntún no mola.

Porque es trabajar pa’ ná; perder el tiempo, vamos.

Trabajar en equipo implica coordinación. Y, sin un poco de orden, olvídate de lograr tus objetivos: crea una metodología que deje claro qué hacer, cómo y cuándo.

5. Redacta un informe final del proyecto

A veces, después de encontrar soluciones, nos olvidamos de dejarlas por escrito.

Error.

¿Por qué es importante hacerlo?

Para empezar, porque es un resumen de todo nuestro trabajo. El documento que nos va a servir de guía y al que acudir para resolver dudas sobre el proyecto.

No olvides incluir en él el planteamiento del problema, la metodología de trabajo, las aportaciones de cada miembro del equipo y las conclusiones finales.

Ni actualizar el documento después de conseguir tus objetivos, claro.

La inteligencia colaborativa mola (y lo sabes). ¿Para cuándo su aplicación en tu empresa?

Algo te habrá interesado esto de la inteligencia colaborativa si has leído hasta aquí.

Y como te queremos poner las cosas fáciles, tenemos una propuesta para ti: ¿sabes aquellas herramientas de las que te hablábamos para gestionar el conocimiento de todo tu equipo?

Pues tenemos una muy chula para que no tengas que romperte la cabeza con esto.
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Y sí: es para siempre.

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