Lo confieso, voy cada tarde a buscar a mi hija al colegio a las 16.45h y me encanta. Disfruto viéndola cómo juega antes de vernos en la puerta y cómo reacciona en cuanto nos ve. ¡Es uno de los mejores momentos del día!

Cada día al salir del cole y antes de la merienda, empecé a hacerle las mismas preguntas: “¿Cómo ha ido el día?”, “¿qué has hecho hoy?”

Al cabo de unas semanas vi que no tenía sentido preguntárselo porque la profe te resume el día sintetizándolo en una frase para que sepamos si todo ha ido bien, normal o regular y, además, nos apuntan en la agenda qué actividad o actividades han hecho cada día.

Desde hace unas semanas he cambiado el proceso y ahora las preguntas son las siguientes: “¿qué has preguntado hoy?” y “¿qué has aprendido hoy?”

Ser padre es un reto apasionante y siempre haces todo para que tus hijas/os sean lo más felices posible. Hice esta reflexión porque a mi me daba mucha vergüenza preguntar dudas en el cole porque iba asociado a que no habías entendido lo que había explicado el profesor o porque era sinónimo de falta de conocimiento con una connotación negativa.

Viéndolo con muchos años de distancia me da pena no haber aprovechado al máximo todo el conocimiento de los profesores por miedo a preguntar y a mostrar las cartas exponiendo que no entendías algo. Pero todo esto ya es pasado… Lo que sí me gustaría es inculcar a mis hijas el hábito de que pregunten al máximo en clase para que vean que es algo normal y que eviten crearse cualquier tipo de complejo.

¿Habéis oído hablar del programa Filosofía para Niños? Es un programa que naceen EE.UU en 1969 creado por Matthew Lipman del Institute of Advancement in Philosophy for Children. Actualmente se aplica en más de 40 países y en España cuenta con centros especializados en la mayoría de las comunidades autónomas. El programa se aplica en las aulas para fomentar en los alumnos el desarrollo de un pensamiento crítico y cívico. Su razón de ser se puede resumir en una frase: plantearse preguntas no es sinónimo de ignorancia sino de una curiosidad filosófica.

Os planteo una cuestión: ¿Consideráis que si educamos y premiamos a nuestras/os hijas/os desde pequeños para que pregunten conseguiremos que sea parte de su aprendizaje diario y potenciaremos su curiosidad y ganas de aprender asimilando mucho conocimiento?

Si consigo que cada día al verme (sin preguntarle) me explique una o dos cosas que haya aprendido o preguntado en clase, ¡objetivo conseguido!

Y vosotros, ¿qué les preguntáis a vuestros hijos cuando los veis?, ¿os explican qué cosas han aprendido?, ¿sabéis si preguntan mucho en clase?, ¿qué otro consejo me daríais?

Disculpad por tanta pregunta pero hay que predicar con el ejemplo.